El componente histórico de la biodiversidad es la base para la clasificación.
Clasificar consiste en agrupar organismos en especies y estas a su vez en otros grupos taxonómicos mayores. Esta tarea requiere entender la historia de las especies y como se relacionan entre si (filogenia). Estas deducciones derivan del examen minucioso de la variación de características (morfologia, secuencias del ADN) en muchos organismos y los análisis numéricos para la agrupación filogenética.
En los laboratorios del Instituto de Ecologia (Xalapa), se tienen varios tipos de microscopios (ópticos compuestos, estereoscópicos y electrónico de barrido) mediante los cuales podemos estudiar la variación en la anatomía , los cromosomas y otras estructuras morfológicas. Muy recientemente también contamos con el equipo de laboratorio necesario para obtener las secuencias del ADN en sectores o genes particulares para detectar la relación de parentesco entre las especies y clasificarlas (González, 2000).
Estas observaciones sobre la variación entre organismos se interpretan y valoran mediante métodos numéricos de análisis de similitudes conocidos como cladísticos o filogenéticos (De Luna 1996, 1997). El resultado de estos análisis es la formación de grupos a varios niveles y es lo que técnicamente conocemos por clasificar.
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